viernes, 19 de febrero de 2010

Postrarse

"Tu depositarás las primicias ante el Señor, tu Dios, y te postrarás delante de él." (Dt 26,10)


Hemos visto a mucha gente no arrodillarse ante el Santísimo Sacramento, ante Jesús Sacramentado, ante la hostia expuesta en la Misa o en la custodia para su adoración. A algunos le pasará que no pueden por sus dolores, pero otros quizá tengan una concepción equivocada de lo que sea arrodillarse.
La actitud de ponerse de rodillas tiene que expresar la actitud del alma de estar de rodillas ante Dios. Si no es sólo un signo exterior vacío de contenido. Por eso, mucha gente que no puede arrodillarse, acompaña el momento de la adoración en la consagración con una reverencia profunda, como hacen los sacerdotes concelebrantes en el momento de la adoración, tanto ante el pan como ante al cáliz, una vez consagrados.
Estar de rodillas ante Dios es signo de haber captado su inefable majestad, su inefable grandeza. Una grandeza no sólo en poder, sino en amor y en dignidad por su propio ser. Dios es Dios. Y significa que no hay otro sobre Él. 
Estar de rodillas ante Dios es estar conscientes de nuestra propia pequeñez, que aunque tenemos dignidad por el ser, no siempre nuestros actos son dignos de una hija o un hijo de Dios, como lo somos por adopción.
Estar de rodillas es achicarse ante el Grande. Pero no es un achicarse temeroso, apocado, destructivo, sino respetuoso y confiadísimo, porque Él es Padre. Es mi Padre. Y ante Él, sabiendo quién y cómo soy, el postrarme no es un despreciarme, sino un ubicarme realmente y en la verdad ante Él. Esa ubicación dimensiona mi ser, y mi entorno, mis decisiones y mis obras.
En la vida que llevamos hoy -tan consumista, y conducidos por todos los medios a seguir dependientes del tener y del placer- nos hace bien postrarnos ante Dios, que es más que arrodillarse, pero empieza por arrodillarse. Porque si de rodillas estoy achicado, empequeñecido, ante Él, estar postrado significa que estoy completamente a su merced, completamente expuesto a su voluntad, completamente entregado en confianza a su Amor que sé Infinito, y por eso no temo, aunque respeto absolutamente.
La postración es la actitud de oración más profunda y que lleva más rápido a conocer y comprender la voluntad amorosa del Dios que nos ha salvado por el acto de amor más grande e impresionante que Él nos haya podido regalar.
¡Bendito sea Dios!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

para mí, ponerse de rodillas ante Dios es "dejarse abrazar por nuestro padre bueno y amoroso".
al ponnerme de rodillas lo asumo como mi padre, mi protector, mi salvador, mi buen Dios.
me asumo como su hija, una oveja mas de su rebaño, que lo ama y se siente amada por Él y que vive tratando de seguir sus enseñanzas.

Anónimo dijo...

Cada vez que al entrar al templo me arrodillo para saludar a Jesús presente allí, le digo : " aquí estoy Señor, para lo que quieras".
Luego en la oración, la alabanza, la Eucaristía, el silencio, estoy atenta a su respuesta.
A veces es un cuestionamiento a actitudes de mi vida.
A veces es consolación.
Otras me muestra algo de su inmenso amor.
En otros momentos veo los pasos que tengo que dar para solucionar un problema.
Nunca es vacío ese momento en que callo y espero, porque aún cuando no perciba ninguna palabra o hecho ese "estar" con Él me llena, sin palabras.
Por eso postrarme y adorarlo como mi único Dios es reunir mi vida y entregarsela.

Anónimo dijo...

estar postrado en la presencia de Dios en el Santisimo es encajar por fin como una pieza maestra que cae en la cuenta de para que fue creada,todos los temores se disipan...no tengo elocuencia para dar respuesta a los problemas de los demas,no tengo una voluntad ferrea para hacer muchos quehaceres en el dia y dar soluciones a los demas...pero en ese momento nada de todo eso importa...es sentarce a los pies del ser mas hermoso del universo,es devolver gratuitamente un poco de ese amor gratuito y desinteresado que recibimos de EL.